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«Berlanga era un visionario»

JOAN CARLES MARTÍ
COMISARIO DE LA EXPOSICIÓN «¡VIVA BERLANGA!» (MuVIM)

¿Cómo y cuándo surge el proyecto?

Conozco a Fernando García Berlanga (hijo menor de Luis García Berlanga), y un buen día, en una conversación informal, recordamos que en 2021 su padre hubiera cumplido cien años; estamos hablando del verano de 2017 o de 2018. A raíz de esa charla, surgió otra conversación con Rafa Company, director del MuVIM, al que le dije que, con el tiempo que tenían por delante, sería cuestión de que se plantearan hacer algo sobre Berlanga en el año de su centenario. Porque, si lo pensamos bien, Berlanga representa la modernidad en el cine español y un museo que se llama de la ilustración y la modernidad era un lugar adecuado en el que rendirle algún tipo de homenaje.

A partir de ahí, empezamos a darle vueltas a la idea y, en un momento dado, Company me propone que me encargue yo, a lo que le contesté que no tenía tiempo para involucrarme en un proyecto así, que quizá podía hacer algo, echar una mano, … Finalmente, todo ha acabado en esta exposición que ha llegado en un periodo de pandemia y que ha tenido que adaptarse a las circunstancias. Hay que tener en cuenta que no ha sido una cuestión repentina: la primera conversación seria que mantenemos Rafa Company y yo se remonta al otoño de 2018 y desde entonces estamos trabajando en el proyecto.

¿Cuál es la idea de partida que hay detrás de la exposición?

Queríamos hacer una exposición muy evocativa no tanto de la figura de Berlanga como de su obra. Por lo tanto, nos hemos centrado mucho en su legado, es decir, en sus películas. Hay, pues, una organización con una primera visión mucho más festiva, que es la que se encuentra el vestíbulo, donde se hace una reivindicación del Berlanga más fallero, más ‘verbenero’, con el balcón de Bienvenido Mister Marshall (1953) y el carromato de Plácido (1961). Cuando entras en la primera sala ya ves los carteles de las 17 películas que rodó y una gran figura fallera que la Mostra de Valencia le dedicó en 2009. A partir de ahí, creo que los visitantes ya se hacen una idea de la magnitud del cineasta. Después entramos en una sala donde recreando el sueño de los habitantes de Villar del Río y la llegada de los americanos reivindicamos la trayectoria internacional del director, con una colección de carteles procedentes de diferentes países. Desde ese punto de vista creo que ponemos en valor la proyección internacional del cineasta valenciano, que en España estuvo muy reconocido pero que también lo estuvo a nivel mundial: como algunos estudiosos del cine han señalado, Berlanga está a la altura de los neorrealistas italianos o de las primeras figuras de la Nouvelle Vague.

A continuación, pasamos a la parte dedicada a la censura donde queda meridianamente claro que Berlanga fue un director censurado, que fue una persona muy inteligente, capaz de bordear las trabas del estado y que, en pleno franquismo, firmó obras maestras como son Bienvenido Mister Marshall (1953), Plácido (1961) o El verdugo (1963), películas absolutamente corrosivas con respecto al período histórico al que estaban vinculadas. Berlanga fue crítico con la España franquista pero también lo fue con la España democrática que se divisaba a la trilogía del Marqués de Leguineche o en otros títulos que anticipaban los casos de corrupción que vendrían muy poco después. Se trata, pues, de reivindicar su libertad creadora y su condición de visionario.

La última parte era la que, a mí, personalmente, más me preocupaba, porque es la parte más íntima, aquella donde descubrimos su faceta de erotómano donde destacan su participación en una colección literaria mítica durante la Transición como es «La sonrisa vertical», una película como Tamaño natural (1974) y su recordada vertiente fallera representada por la famosa «teta fallera».

Por último, cabe mencionar que este ciclo se rompe con la introducción de dos pantallas que reproducen, por un lado, el uso del plano secuencia que hacía Berlanga, sin duda su rasgo estilístico más característico, y por otro, la mención del imperio austrohúngaro presente en todas sus películas.

Se ha llevado a cabo un trabajo arduo tanto de búsqueda de nuevos materiales como de investigación que le da a la exposición un enfoque diferenciador. ¿Cómo ha sido esta tarea?

Yo creo que hay un material que está al alcance de prácticamente cualquier persona como son sus películas, que se pueden encontrar en diferentes plataformas y algunas, incluso, de manera gratuita en internet. También se debía completar una tarea lectora ingente, porque la bibliografía sobre Berlanga es extensa; de hecho, si esta exposición fuera un libro sería un libro de libros y todos estarían citados. En todo caso, no se trataba de hacer una exposición de exaltación a Berlanga, sino más bien de entrar a analizar un periodo de la historia de España del que él es el gran cronista: el hecho de que se pueda estudiar la historia de España viendo sus películas lo convierte en un cineasta inmortal. Esto era lo que nos preocupaba, más que sus numerosas contradicciones, indagar en cómo un artista creativo bajo un régimen dictatorial fue capaz no sólo de hacer grandes películas sino películas corrosivas con el franquismo.

Somos conscientes de que hay mucho más material que exponer, pero nuestra intención era que la figura de Berlanga se acercara tanto a gente que conoce su obra como al público que la desconoce: debemos pensar que, cuando la pandemia lo permita, vendrá mucha gente que no está familiarizada con su figura, pienso, por ejemplo, en escolares de último ciclo de primaria y de secundaria. Reivindicar el cine de Berlanga pedagógicamente es la gran aportación de esta exposición.

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