“Me divertía que la película se llamara ¡Viva Rusia! dado el pasado de divisionario azul de Berlanga”
ENTREVISTA A MANUEL HIDALGO (PARTE III)
El pasado 10 de junio se abrió la caja 1034 del Instituto Cervantes en la que Luis García Berlanga había depositado en 2008 un pequeño legado que contenía, entre otras cosas, el guion inédito de ¡Viva Rusia!, la que iba a ser la cuarta parte de la Trilogía Nacional, escrito por el propio Berlanga, su hijo Jorge, Rafael Azcona y Manuel Hidalgo. En esta tercera y última parte de la entrevista con el novelista, crítico, autor de otros libros de cine y guionista de películas de Gerardo Vera, Gonzalo Suárez y Felipe Vega, repasamos algunas de las eventualidades que rodearon la gestación de aquella película que nunca fue.
¿Qué papel jugó en ese proyecto?
Fui coguionista de la que iba a ser la cuarta entrega de la por entonces Trilogía Nacional. Llegué al proyecto por mediación de Andrés Vicente Gómez, productor de la película, con el que había trabajado anteriormente en otros guiones. Él es el que me vincula con Berlanga en el momento en el que Azcona no quiere seguir adelante con los cambios que había que hacer después de la muerte de Luis Escobar, que iba a ser de nuevo el protagonista. De todos modos, creo recordar que, inicialmente, Rafael (Azcona) se aviene a hacer esas modificaciones, pero estas no contentan a los interesados, de manera que él decide apartarse del proyecto. Ahí se produjo la ruptura definitiva entre Berlanga y Azcona.
Acto seguido, Luis García Berlanga recurre a su hijo Jorge y ambos trabajan en un guion que resulta ser excesivamente largo porque se va a las 160-170 páginas. Los dos se dan cuenta, después de darle mil vueltas al asunto, que no dan con la manera de acortarlo, extremo que suele terminar con la entrada de nuevos guionistas que aporten otra visión al proyecto; en ese punto es cuando Andrés Vicente Gómez recurre a mí.
¿Cuáles fueron sus aportaciones?
El nombre de ¡Viva Rusia! se lo puse yo, porque el guion no tenía ese título cuando llegó a mis manos; de hecho, se llamaba Nacional IV, un título que parecía puesto con toda la pereza del mundo. Elijo ese nombre porque me divierte que se llame así dado el pasado de divisionario azul de Berlanga, que es algo que nunca había dicho hasta ahora, pero también por la demencia total del propio argumento de la película, dicho esto en el mejor de los sentidos. Por resumirlo brevemente: existen unos presuntos descendientes de los Románov que son, a su vez, presuntos parientes de los Leguineche. Procedentes de Centroamérica, pasan por Madrid de camino a una Unión Soviética que se está desmoronando y a la que deciden regresar para reclamar lo que, por derecho real en tanto descendientes de los zares, les corresponde. Cuando Luis José ve que Rusia pertenecerá a sus supuestos parientes, no duda en aprovechar la oportunidad de negocio que se le presenta.
¿Cómo fue el proceso de trabajo?
Mi labor consistió en hacer de script doctor; se trataba de cortar todo lo que creía que sobraba y escribir nexos para que aquello fuera coherente, también pasaba por no renunciar a alguna idea que me parecía oportuna, pero siempre sobre la base de que el objetivo era dejar el guion en 110 o 120 páginas a lo sumo.
Yo pedí trabajar solo, para luego despachar primero con Jorge Berlanga y preguntarle qué creía él que no se debía perder de la versión que ellos habían escrito. Tras esas conversaciones, inicié el mismo proceso con Luis (García Berlanga) y, posteriormente, escribí mi versión. A partir de ahí, nos pusimos a trabajar juntos; yo iba entregándole partes grandes del guion y viéndome con él para hacer las correcciones e indicaciones que él había ido anotando tras revisar el documento.
Debo decir que, para alguien como yo, que me preciaba de conocer tan bien la Trilogía Nacional y que tenía en la cabeza como sonaba la voz de cada personaje, fue muy sorprendente ver cómo Berlanga dominaba a la perfección todo aquel mundo: cada una de las correcciones que hizo mejoraba lo existente. Eso se veía muy claramente en los diálogos, donde introducía pequeños matices en los que yo no había reparado y que, en el momento en el que los señalaba, notabas que tal o cual personaje hubieran dicho esa frase de esa manera y no como figuraba en primera instancia. Era fantástico, tenía un conocimiento exacto de aquel mundo.
¿Cree que, pese a no materializarse, quedó algo de ¡Viva Rusia! en el cine posterior de Berlanga?
La escopeta nacional, Patrimonio Nacional y Nacional III se desarrollan en la época que se mueve entre finales del franquismo y el primer tramo democrático bajo el gobierno de UCD, mientras que ¡Viva Rusia! tiene lugar en pleno periodo socialista. Yo creo que Berlanga nunca había sido tan directamente político como lo es aquí y es una lástima que no se conozca este eslabón en el que, después de la Trilogía Nacional, el cineasta valenciano tiene una actitud más crítica con la sociedad de la época socialista. Creo que este guion anticipa, claramente, lo que después se vio en Todos a la cárcel (1993) en la que, ya sin los Leguineche e introduciendo una serie de cambios sustanciales, recupera algunas de las cosas que no pudo rodar al frustrarse el proyecto de ¡Viva Rusia!
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