Sobre el nacimiento de la Academia

Mis recuerdos sobre el nacimiento de la Academia son pocos, pero creo que suficientes, dado que su gestación fue relativamente corta, sino en el tiempo, sí en su articulación como empresa común de los cineastas.
Históricamente, había habido intentos de constituirla, entre los que recuerdo sobre todo, el de José Antonio Rojo, pionero en esta idea. Pero la Academia actual, pienso que surge del encuentro que como presidente de la Filmoteca tuve con Enrique Tierno Galván, al que solicitamos algún local que viniese a ser una especie de casa o club de los cineastas. Tierno, como alcalde, nos puso en contacto con el profesor Enjuto, en aquel momento administrador de los terrenos y pabellones de la antigua Feria del Campo, y éste, con una generosidad manifiesta, nos dejó escoger el pabellón que considerásemos más adecuado para intentar congregar a toda la profesión. El acuerdo obligaba a que el disfrute del edificio fuera claramente global, no pudiendo cederlo a ninguna organización sindical ni tampoco a asociaciones sectoriales. Escogimos el Pabellón de Alicante, porque el grupo que iniciamos esta operación, de los que recuerdo a Julián Marcos y Antonio Gómez Rufo, creíamos que era el más adaptable a nuestras necesidades, elección confirmada más tarde por Conchita Fernández Montesinos y Antonio Artero, dibujando ella un anteproyecto del que salían dos salas de proyección y suficientes recintos para conferencias, aulas de trabajo, salas de reunión, etc.

Sólo nos quedaba, pues, lograr que la gente del cine se mentalizase para constituir una asociación colegiada e interprofesional que sirviese de base para la firma del protocolo de entrega del edificio.

Pero uno no ha nacido para gestor. Tampoco el resto del equipo que habíamos formado logró que nadie se interesase en el proyecto, así es que pasó el suficiente tiempo para perder el hermoso regalo que se nos había hecho.

Afortunadamente, en ese período una de las personas contactadas para llevar adelante el proyecto se interesó vivamente por la idea y nos prometió intentar en su momento la puesta en marcha de la Academia, pues así habíamos empezado a llamar a nuestra anhelada asociación profesional.

Me estoy refiriendo a Alfredo Matas. Su promesa se concretó unos años más tarde, convocándonos a un grupo de cineastas a un almuerzo, para plantear seriamente la constitución de la Academia. De esta reunión recuerdo los nombres de José Sacristán, Charo López, Carlos Saura, Manuel Matji, José Nieto, Tedy Villalba, Marisol Carnicero, Carlos Suárez, Ramiro Gómez, Pablo del Amo y José Luis Matesanz, y si olvido alguno no será por falta de afecto, pues todos éramos, además de cineastas, amigos.

Naturalmente hubo discrepancias, incluso quien no veía la utilidad de la Academia, pero de allí salió ya el nombre completo, mimético de Hollywood, y también allí mismo se empezó a trabajar para que el 8 de enero de 1986 se firmase el Acta Fundacional, con el hombre que consideramos era el más adecuado para presidir la institución, José María González-Sinde. Lo que sigue a esta fecha ya es catalogable; quizá, en todo caso, deba añadir, nuevo fracaso mío, la gestión que hice con Fernando Chueca, presidente del Instituto de España, para que nuestra recién nacida criatura entrase con todas las demás Reales Academias en esta egregia institución. La respuesta fue que nuestros numerarios académicos superaban amplísimamente la media de cincuenta miembros del resto de academias colegiadas en el Instituto. Pero, creo, estaréis todos de acuerdo, preferimos aumentar nuestro censo, aún a costa de perder ciertos honores.

Luis García Berlanga

* «Cuadernos de la Academia: Doce (Historia de la Academia, 1986-1998)». Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Madrid, 1998.

Año

1992


Idioma

Español