Berlanga meets Antonioni

La boutique (1967)

BERLANGA MEETS ANTONIONI

La boutique (Luis García Berlanga, 1967) es la octava película del realizador Luis García Berlanga y otra más que se suma a esa larga colaboración que mantuvo con el guionista Rafael Azcona. A pesar de que se trata de un largometraje poco conocido tiene la seña inconfundible de esa mezcla explosiva que se producía cuando ambos trabajaban juntos. La boutique pivota entre la comedia y el drama y casi podríamos afirmar que ese toque negro, amargo y pesimista del filme es obra de Azcona, mientras que la parte más sarcástica y desesperanzada sería cosecha propia del director valenciano. El resultado es el de una película extraña (si la comparamos con la totalidad de la obra de Berlanga) que algunos estudiosos enmarcan dentro de la llamada trilogía atípica de la que formaría parte junto a Vivan los novios (Luis García Berlanga, 1971) y Tamaño natural (Luis García Berlanga, 1974).

La narración nos sitúa en Argentina, en mitad de una relación matrimonial en crisis. Por una parte, Ricardo (Rodolfo Bebán), empresario de éxito y mujeriego, y por otro, Carmen (Sonia Bruno), esposa devota inmersa en una relación desigual y destinada a la infelicidad. El matrimonio está en crisis debido a los continuos engaños que Ricardo lleva a cabo con otras mujeres. Carmen, ama de casa, con tan solo 22 años, vive presa entre cuatro paredes, sin ilusiones y deseosa de que su marido le preste atención. Vemos a través de esta descripción de Berlanga una mujer típica, el ángel del hogar, la ama de casa que parece que solo desea ser madre de un hijo que no termina de llegar, o madre de su propio marido ausente. Carmen está encerrada en una relación que de ninguna manera la hace feliz y abocada a ser únicamente la esposa que espera. Una especie de Penélope. Toda esta situación da un vuelco cuando la madre de Carmen, que es doctora, le cuenta a su yerno que su hija sufre una grave enfermedad y que apenas le quedan unos meses de vida. Ricardo cambia entonces de actitud y comienza a mimar a Carmen porque se siente culpable. Ella acabará regentando una boutique y logrará su ansiada libertad lejos de la tutela de su marido.

Es curiosa la forma en la que Berlanga describe a las mujeres, basta con que nos centremos en el personaje de la madre de Carmen que es presentada como la suegra prototípica: controladora y manipuladora. Esto también lo percibimos a través de las descripciones que hace de Carmen en la segunda parte del film, mediante un plan escrupulosamente maquinado, responde a los engaños y desprecios de Ricardo con una venganza sin concesiones.

Sin embargo, más allá de esta visión heteropatriarcal y machista, contextualizada finalmente por el momento en el que la película está realizada 1967, donde realmente Berlanga me interesa en La boutique es en su tratamiento del tema de la comunicación. El tema central del relato gira en torno a la exploración y descripción de las relaciones de pareja que para Berlanga son inevitablemente conflictivas, llenas de insatisfacción y frustración, pero desde este análisis de la pareja proyecta grandes reflexiones que giran en torno a las problemáticas que los seres humanos se enfrentan en un contexto de modernidad e industrialización.

En un primer visionado La boutique puede parecer una película menor en la obra de Berlanga, pero es precisamente su condición de rara avis invita a re-pensarla y a revisionarla. En ocasiones me recordaba a La Notte (Michelangelo Antonioni, 1961), una película anterior que también aborda de manera más contundente la crisis matrimonial de una pareja, como excusa para reflexionar sobre cuestiones profundas como la tristeza en la ciudad, el deseo, el tedio de la vida moderna o la propia muerte.

Tanto el filme de Berlanga como La Notte de Antonioni, tratan temas interesantes enmarcados dentro de la modernidad como las dinámicas de la comunicación. Esta problemática está muy bien filmada a través de diálogos planos, en ocasiones monótonos y pobres. Los diálogos son usados más como un rumor ambiental, que como una fuente de información. A veces no se diferencian los motores de los coches de las palabras. Todo es ruido alrededor de los personajes. También llegamos a percibir una fuerte soledad en esos planos en los que Berlanga nos muestra a varios personajes hablando, enmarcados en una toma general a menudo en exteriores, y generalmente en paisajes industrializados, en los que el aislamiento y la melancolía de los individuos está más patente que nunca. Dos aspectos que apuntalan esta exploración de la modernidad son la cinematografía a cargo de Américo Hoss y la música original del compositor Astor Piazzola. Por una parte, la fotografía de Hoss ofrece imágenes nítidas que combinan una gran belleza plástica en blanco y negro, con planos secuencia que transmiten emoción y dan consistencia al relato. Además de lo increíble que resulta el ver filmados algunos de los cuadros de Saura en el contexto del filme. La música de Piazzola llena la narración de colorido y de contemporaneidad a través de melodías que enmarcan la acción.

Déborah García Sánchez-Marín. Historiadora y crítica de cine.

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